A vueltas con los topillos
Los roedores suelen ser poco amigos de los agricultores, sobre todo porque tienden a arruinar nuestras cosechas, ya sea comiéndose las plantas vivas, comiéndose el grano almacenado, orinando sobre el mismo, transmitiendo enfermedades, royendo cables y maquinarias, y tantas otras maneras de hacernos la puñeta.
Por suerte, hay gente pensando formas alternativas de mantenerlos a raya, como veremos hoy.
Una vez más, vuelve la primavera y algunos están ya preparándose para la campaña topillera de este año y una vez más, hay gente que no se entera de qué va la fiesta.
¡Que vienen los topillos!
Hay mucha confusión entre el topillo (Microtus arvalis) y el topo (Talpa europaea), porque aunque se llamen parecido, no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro.
El topo es un carnívoro muy voraz, perteneciente a la familia Talpidae. Es decir, aunque en muchos tebeos y dibujos animados aparezcan con dientes de roedor, no tienen absolutamente nada que ver con ellos, y deberían más bien ser representados con dientes aguzados como los de un león, por ejemplo.
Sr. Dibujante: esto NO es un topo.
Es cierto que, si riegas a manta, la madriguera de un topo puede hacer que el agua se vaya a una zona que no te interesa, pero esta pequeña molestia es tan simple de arreglar como obstruir la entrada con un golpe de pala o azadón.
Además, recuerda que los topos son uno de esos pequeños monstruos que recorren incansablemente su territorio para capturar todos aquellos pequeños invertebrados que se muevan cerca de sus madrigueras, como muchísimas especies de orugas, babosas y caracoles, además de larvas de muchos escarabajos tales como la gallinita ciega, que es también un fastidio para las raíces de tu huerta. Y al ser carnívoros estrictos, no les interesa en absoluto comerse las raíces, tallos, ni hojas de tus plantas.
Esto sí es un topo. Y para nada es tan malo como lo pintan.
Sin embargo, el topillo sí es un roedor, que pertenece a la misma familia que los hámsters o los lemmings. Y como ellos, y casi todos los roedores, su estrategia vital se podría resumir en «vive deprisa y deja un sabroso cadáver». Es decir, se reproducen en números astronómicos en un muy breve lapso de tiempo, ya que son la base de la alimentación de muchísimas especies de carnívoros y es muy improbable que lleguen a viejos. En ecología, los roedores son un ejemplo de los llamados «estrategas de la R«.
Esto, sin embargo, es un roedor.
Pero ¿de dónde han salido, si mi padre/tío/ancestro X nunca tuvo problemas con ellos?
Muy sencillo: Los ecologistas, aunque de cara a la galería parecen unos zarrapastrosos que apenas tienen para pagarse una cuchilla de afeitar, en realidad poseen enormes naves industriales, donde crían una increíble cantidad y variedad de animales, incluso algunos en peligro de extinción.
¿Te haces una idea de lo que cuesta mantener un rebaño pequeño de vacas? ¿o un zoo cutre de pueblo? Pues a pesar de eso, ellos se pueden permitir criar, entre otros muchos: zorros, águilas, conejos mutantes, meloncillos, ciervos sarnosos, grajos asesinos, lobos y serpientes. Y los crían por millones, que luego lanzan por el campo desde su flotilla de helicópteros privados e invisibles (¡chúpate esa, ejército de los EEUU!). Y claro, algo hay que darles de comer a esos bichos, así que también crían trillones de roedores como alimento.
Pero claro, los lobos, serpientes y demás no pueden con el volumen de alimento que les dan (porque las granjas de topillos son tan grandes que se deben ver desde el espacio), así que los que sobran, los sueltan en los regadíos de Castilla y León.
Por supuesto, esto lo hacen con el único objetivo de joder a la gente del campo, para crear pobreza y miseria, hambrunas, plagas, etc. sin que nadie sepa exactamente por qué quieren crear ninguna de estas cosas (esta última parte de la historia nunca me queda del todo clara, la verdad, pero es súper cierta, porque una vez el cuñado de un primo de un amigo segundo de alguien vio los helicópteros esos con tecnología de los antiguos astronautas).
Los ecólogos, por su parte, dan una explicación bien distinta: Dicen que los topillos son habitantes de los prados siempre verdes de la cordillera Cantábrica y resto de la Europa Atlántica, y no podían vivir en la estepa Castellana porque la sequía veraniega agosta los campos y los deja sin comida.
Sin embargo, la expansión de los regadíos en la segunda mitad del SXX, propició la aparición de miles de hectáreas de alfalfa siempre verde durante todo el año, lo cual les permitió bajar de las montañas y conquistar la Meseta, ayudados por la falta de depredadores que siguió a la masificación del uso de pesticidas agrícolas.
¿Qué crees que pasa cuando desaparecen los carnívoros?
Claro que todo el mundo sabe que las facultades de biología son un nido de ecologistas irredentos, así que yo no me creería demasiado esta última versión.
Sea como sea, nuestros queridos líderes llevan ya muchos años animando a la gente a utizar rodenticidas (veneno para ratas) como la bromadiolona o la clorofacinona, cuando no directamente comprando ellos mismos estos productos para rociar las zonas afectadas.
Sin embargo, las poblaciones de zonas donde no se aplica veneno colapsan a principios del invierno, exactamente igual que las poblaciones en zonas donde sí se aplica rodenticida, demostrando una vez más la inutilidad de esos tratamientos (Informes del MAGRAMA, Olea et al. 2009, Jubete 2011).
Además, en zonas donde se aplica el veneno, los depredadores locales acaban o bien muriendo, o bien enfermando y sufriendo daños subletales por comer topillos envenenados.
Por si fuera poco, las autoridades también permiten y alientan la quema de linderos, alegando que en ellos es donde se cobijan estos malvados roedores, demostrando con ello un profundo desconocimiento de las leyes naturales, además de los propios informes científicos que recomiendan encarecidamente todo lo contrario.
A pesar de la abundancia y la gravedad de las pruebas científicas en contra de estos métodos, este año volverán las oscuras golondrinas (espero), y con ellas, los gritos en el cielo de que hay que echar veneno en el campo para acabar con las plagas de roedores (y de ecolojetas).
Como he dicho antes, tenemos la suerte de que todavía queda gente con cabeza, como los chicos de GREFA, que llevan años haciendo un trabajo magnífico en muchas zonas de Castilla y León, educando a la población local en la necesidad de mantener agrosistemas completos y complejos, y creando infraestructuras ecológicas para alcanzar este fin, tales como los setos vivos y las cajas nido para rapaces.
Curiosamente, es en esas zonas donde no se observan picos de población, y los topillos parecen mantenerse a raya. ¿Por qué será?
PS: En esta entrada me he referido exclusivamente al proyecto de GREFA con los topillos, pero hay muchas oenegés y universidades que trabajan en proyectos similares, investigando y potenciando la Regulación Biológica de Plagas en todo el mundo. Puede que incluso en tu localidad o provincia haya alguna haciendo algo parecido, y puedas aportar tu granito de arena. Seguro que están deseando que te pongas en contacto con ellos.
PPS: Si alguno de vosotros conoce a alguien que esté metido en uno de esos grupos ecologistas con fondos ilimitados y tecnología extraterrestre, decidle por favor que me encantaría pertenecer a su organización.
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Lo que me dicen los hortelanos de por aquí: «todo es culpa de los cocologistas, que se están cargando el campo.»
Genial la entrada, Luis.
Un beso,
Lucía
Es una lástima que esté tan extendida esa creencia de que los ecologistas sólo desean la muerte y la destrucción. Pero claro, hay grupos económicos muuuuuuuuy fuertes en muchos de estos temas, como la agroindustria, la energía, etc. que son los primeros interesados en mantener esa imagen de «los ecolojetas contra el mundo y el progreso».
También es cierto que esto va cambiando cada día, y espero que este blog ayude en ese sentido, porque a la larga ganamos todos.
¡Besos!
Me has pillado.. tengo una nave con millones de topillos y dos helicopteros con los que los lanzo de 3 a 4 de la mañana cuando todo el mundo duerme… Es un trabajo duro pero soy mala y me gusta fastidiar a los hortelanos!… Como nos gustan los cuentos, en lugar de observar y ver cómo funcionan los ecosistemas… Pero no nos va a quedar otra que cambiar. Me has hecho reir con la entrada, gracias!
¡Gracias a ti, Isabel! Tienes razón en que muchas veces preferimos inventarnos historias antes que trabajar y observar con paciencia, o reconocer que nos hemos equivocado. Y la única solución realmente efectiva que yo le veo son campañas intensivas y a muy largo plazo de educación ambiental. Pero bueno, todo llegará.
De todas formas, luego me cuentas con más calma eso de los helicópteros, que igual os mando el currículum 😉
Saludos
Jajaja, pues tenemos una plaza libre para colocar el paracaídas a los topillos, es un tema difícil porque no sabes cómo corren los jodios…
Muchísimas gracias por tus artículos Luís, son siempre muy interesantes! Me gusta muchísimo leerte, pero ahora me voy con mis amigxs permacultorxs a quemar setos para poder poner nuestros cañones de topillos que ya están cargados y listos para usar!
¿Cómo hacéis para ponerles a cada topillo su pequeño casco y su pequeño paracaídas? 😉
Grande!!!! jajajaja. A ver cuando la plaga es de ecologistas y ecólogos….