Pensando en las musarañas…
…Se me ocurrió escribir una entrada sobre ellas 😉
Porque estos bichines, a pesar de ser una maravilla controlando plagas hortícolas, son unos absolutos desconocidos del gran público.
A pesar de su aparente parecido externo con ratoncillos de campo, no tienen absolutamente nada que ver con ellos.
De hecho, están emparentados con los erizos, los desmanes acuáticos, los almiquíes latinoamericanos, o los topos (que no topillos), todos ellos pequeños grandes depredadores, que hoy forman el orden Eulipotyphla (¡ojito al nombre!), hasta que los taxónomos decidan volver a cambiarlos.
Si nos fijamos de cerca, veremos algunas diferencias fundamentales con los ratones. Por ejemplo el morro muy largo y cónico, las patas y la cola muy cortas, las orejas pequeñas y los ojos minúsculos.
¿De verdad son parecidos?
Además son realmente minúsculas, con alguna de sus más de trescientas especies, repartidas por todo el globo, estando consideradas como los mamíferos más pequeños del mundo (como la musaraña etrusca, con sus apenas tres centímetros y medio y sus menos de dos gramos de peso)
Sin embargo, esto no las hace menos terribles a ojos de sus víctimas, porque las musarañas tienen un ritmo metabólico altísimo. Esto significa que su maquinaria interna está siempre funcionando a doscientas revoluciones (¡su corazón late setecientas veces por minuto!), y necesita comer continuamente para alimentar semejante motor a reacción.
De hecho, ni siquiera se detienen en invierno, a pesar de la disminución de presas. Porque las musarañas están activas todo el año, llegando a ingerir algunas especies tres veces su propio peso al día en alimento.
Y cuando digo que es pequeña, va en serio 😉
Esto significa que, aún siendo tan pequeñas, pueden llegar a comer treinta kilos de invertebrados anualmente, como caracoles y babosas, grillos, saltamontes, gorgojos, chinches, gusanos del alambre, orugas, larvas y pupas de cualquier cosa, e incluso bichos mucho más grandes que ellas, como crías o adultos de ratones, topillos, otras musarañas, reptiles, o anfibios.
Y cuando el hambre aprieta, pueden complementar su dieta con frutos o vegetales tiernos.
Por si fuera poco, algunas especies de estos pequeños diablos sobre ruedas son capaces de producir veneno, que paraliza a sus víctimas para devorarlas más tarde. Otras tienen glándulas repugnatorias, que como su nombre indica, producen olores o sabores repugnantes para espantar a sus depredadores. De hecho, sus depredadores se reducen prácticamente en exclusiva a las rapaces (nocturnas y diurnas), que no se caracterizan precisamente por su sentido del olfato o del gusto.
Pero parecen tan inofensivas…
Tienen grandes sentidos del oído, el tacto y el olfato, pero no ven muy bien con sus diminutos ojillos. Por eso, hay otras que son capaces de emitir chillidos de ecolocalización, como los murciélagos. Es cierto que esta ecolocalización es muy rudimentaria, ya que parece ser que sólo les vale para hacerse composiciones del lugar donde están, y no para cazar como en los murcis. Pero aún así, a mí ya me parece un superpoder alucinante 😉
Además, las hembras pueden estar amamantando una camada de diez crías, mientras están embarazadas de la siguiente, ya que el embarazo y la lactancia duran lo mismo. ¡Y este ciclo pueden repetirlo hasta diez veces en un año!
Las hembras y sus crías lactantes suelen formar una cadeneta para no perderse entre la vegetación, como ilustra este diorama de dudoso gusto.
Lamentablemente, tal despliegue de medios tenía que pasar factura, y es raro que estos bichos vivan en libertad más de dos años, pero en ese tiempo ya habrán aprovechado para dejar un buen número de descendientes, que seguirán llevando el terror a los corazones de los invertebrados locales.
Tanto es así, que se ha comprobado que en el norte de Europa, las musarañas producen una alucinante reducción del 99,6% de las pupas de las avispas portasierra, que son una plaga de los cultivos.
Si quieres beneficiarte de los servicios de tan efectivas amigas, sólo tienes que crear algunos montones de rocas alrededor de tu terreno, donde podrán refugiarse y tener camada tras camada estos pequeños monstruos de la huerta.
Las coberturas vegetales, como los bancales de insectos, los linderos y ribazos con vegetación, y por supuesto los setos vivos y los setos de cuerda, son también importantísimos para dar cobertura a las musarañas, ya que les permiten patrullar tus tierras al abrigo de los depredadores.
Así que ya sabes. Cuando se te vaya la pinza, sonríe 😉
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Hola Luís. Gracias por el articulo, muy interesante. No conocía a estos pequeños compañeros.
Una pregunta… los gatos también son depredadores suyos ¿verdad?
Hola Diana, gracias por tu interés.
Los gatos atacarán sin duda a cualquier cosa que se mueva con el tamaño de una musaraña. Otra cosa es que luego se coman el cadáver, debido a su mal olor 😛
Saludos
Gracias me encantó el post
¡Gracias a ti! ^_^