Las especies exóticas en permacultura
Muchas veces veo a gente muy ilusionada compartiendo cosas sobre una especie concreta de planta (o animal) en las redes sociales. Yo mismo lo hice en el caso del bambú gigante (Bambusa oldhamii), del que hice hasta un vídeo y todo.
Lo que ocurre es que, si queremos de verdad crear agrosistemas sostenibles, tenemos que tener cuidado con lo que metemos en casa, porque no es oro todo lo que reluce.
En el caso de la permacultura, siempre buscamos especies que nos produzcan todos los beneficios posibles, y gracias a internet, ahora tenemos miles de especies exóticas al alcance de un click (aunque no siempre acaben de funcionar).
Esto es una gran noticia, porque permite obtener recursos que hace sólo veinte años eran prácticamente imposibles de encontrar. Y no sólo eso, sino que además tienes toda la información relativa a esos recursos fitogenéticos y cómo utilizarlos.
Pero a veces, nos dejamos llevar por la ilusión y no vemos (o no queremos ver) los perjuicios que pueden traer esas especies. Y pueden ser realmente terribles.
Lo digo porque, como sabréis, las especies invasoras son, junto con la destrucción de los ecosistemas y el cambio climático, uno de los peligros más importantes para la biodiversidad y la vida en la Tierra (¡incluida la nuestra!), que existen ahora mismo.
Pero «exótica» no es lo mismo que «invasora» (o «invasiva», como a veces se mal traduce del inglés), y por eso quería escribir un post para aclarar estos términos.
Una especie es «exótica» o «alóctona», cuando no es nativa o autóctona de un lugar, y ha llegado a ese lugar llevada por la mano del hombre voluntaria o involuntariamente (si ha llegado por su cuenta, es un proceso de colonización perfectamente natural).
Planta de garbanzos
Por ejemplo, el humilde garbanzo (Cicer arietinum), es una planta originaria del Mediterráneo oriental (por lo que es «autóctona» de allí), pero ha sido introducida por la mano del hombre en casi todo el mundo, por lo que es una especie «exótica» en todo el resto del mundo.
Sin embargo, el garbanzo no tiene la cualidad de ser «invasor», a pesar de que el ser humano lo cultive profusamente. Estoy seguro de que habrás visto muy pocas noticias (ninguna, más bien) sobre las pérdidas que el garbanzo cimarrón provoca a tal o cual colectivo, o sobre campañas de erradicación del garbanzo malajero por parte del gobierno de algún sitio.
¿Por qué? Pues porque muchas de las plantas que cultivamos, a pesar de hacerlo fuera de su rango original, han sido seleccionadas por el hombre para aumentar su productividad, y por el camino han perdido la capacidad de extenderse por sí mismas, por lo que no tienen la capacidad de dispersarse y reproducirse por el medio ambiente sin la ayuda del hombre.
Por ello, aunque a veces puedas ver algún plantón de garbanzo en un antiguo sembrado abandonado tomado por la maleza, lo normal es que sus grandes semillas, llenas de proteínas, sean inmediatamente devoradas por los roedores o las aves, impidiéndoles extenderse en el tiempo.
Y lo mismo con el trigo, el tomate, el pimiento, la vid y tantos y tantos otros cultivos, que de no ser por el ser humano, serían pasto de plagas y enfermedades (al margen, insisto, de que de vez en cuando te encuentres algún ejemplar naturalizado por ahí, eso no es ser «invasor»).
Sin embargo, otra cosa son aquellas especies que, además de ser «exóticas», provocan daños a la economía, al medio ambiente y/o a la salud humana.
Entonces sí estamos hablando de especies exóticas e invasoras.
Plumero de la Pampa
Por ejemplo, la Cortaderia selloana o «plumero de la Pampa», es una planta autóctona de la Pampa y la Patagonia sudamericanas. Sin embargo, ha sido utilizada profusamente como planta decorativa debido a sus hermosos «plumeros», que se secan y venden a buenos precios como parte de centros decorativos de flores secas.
Lo que ocurre es que en estos «plumeros» son la «espiga» de la planta, donde se albergan hasta un millón de semillas que se dispersan con el viento, por lo que el control de esta planta se hace extremadamente difícil. Por si fuera poco, la planta es resistente al fuego, se divide también por estolones, y sus hojas cortantes las hacen poco apetitosas (aunque sean comestibles) para el ganado, por lo que tenemos un ejemplo de libro de una especie invasora: se reproduce con facilidad, es resistente a clima y enfermedades y no tiene depredadores.
Además la mejor de las intenciones puede conllevar terribles consecuencias ecológicas; por ejemplo, en los años setenta, se introdujo el cangrejo americano (Procambarus clarkii) en España, por su resistencia a la baja calidad de las aguas y gran productividad en la industria agroalimentaria. Esta introducción deliberada fue apoyada por la propia administración, que veía en la producción de cangrejos una oportunidad para obtener un beneficio en una zona «improductiva» como eran las marismas del Guadalquivir (claro que esa «zona improductiva» resultó ser el humedal más importante y con más biodiversidad de Europa, pero ¿a quién le importa eso?).
Cangrejo americano
Sin embargo, la rápida extensión del cangrejo americano, su gran voracidad y la transmisión de la afanomicosis o «peste de los cangrejos», puso contra las cuerdas al cangrejo (supuestamente) autóctono, y provocó gravísimas alteraciones en los hábitats acuáticos, como la desaparición de las plantas acuáticas, la reducción de las aves que se alimentaban de ellas (como muchos patos), el aumento de la turbidez del agua, la depredación sobre los huevos de peces y anfibios, y un largo y triste etcétera (aunque es cierto que las poblaciones de garzas que se alimentan de cangrejos han aumentado).
Por eso, cuando veas el típico meme estúpido de feisbuk en plan «esta planta/animal/seta/lo-que-sea es milagrosa y cura el suelo y el cáncer y da mucha pasta y quitará telecinco de las pantallas», te recomendaría que hagas un par de cosas antes de correr a plantarla/criarla sin ton ni son por todas partes.
1- Busca información sobre ella en internet. Verifica que todos esos supuestos beneficios están respaldados por estudios científicos serios (busca en «google académico»).
3- Mira a ver si esa especie aparece en la lista de las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.
Si aparece ahí, sintiéndolo mucho, ni con un palo.
4- Mira a ver si aparece como «exótica invasora» («invasive species», en inglés) en cualquier otra parte del mundo. Tal vez no sea de las más dañinas, pero puede causar un pequeño desastre a nivel local o afectar a una especie en peligro de extinción.
5- Comprueba su sistema reproductivo. Si produce millones de semillas aladas o esporas que se esparcen por el viento (Cortaderia, hongos…), frutos carnosos con muchísimas semillas que esparcen los pájaros (chumbera), o millones de huevos o larvas que se extienden por los ríos (cangrejos, peces…), mejor pasar del tema, por muy buena pinta que tenga, o bien vigilarlas muy de cerca.
Piensa que tu función como agricultor, permacultor, jardinero o paisajista, es similar a la de un director de orquesta, haciendo que un montón de elementos distintos combinen entre sí para formar una melodía hermosa.
Si en lugar de un coro experimentado invitas a tu orquesta a un montón de hooligans borrachos, ¿cómo crees que acabará la audición?
¿Estás en contra de tener chumberas? Están naturalizadas desde hace siglos en el sureste gracias al cual las gallinas pueden sobrevivir a los duros veranos sin sobre coste además de ser una excelente fruta. Somos partidarixs de no utilizar el término «invasor» como ya publicó Investigación y Ciencia en su monográfico de biodiversidad en el capítulo sobre especies invasoras, ya que introduce desde el principio el matiz peyorativo e induce a confusión. Hace poco redactamos un documento interno para la plataforma en defensa de las pitas de El Toyo y lo titulamos «Especies importadas y su naturalización en el Sureste» ya que muchas de las tildadas como especies invasoras no están poniendo en peligro a ninguna especie autóctona y en otros casos es el cambio climático p.ej. el que favorece unas sobre otras. Te dejo el enlace al documento, que es de libre descarga, un saludo…
Hola Carmen, muchas gracias por esta aportación tan interesante.
A pocas personas encontrarás más convencidas que yo de que el rewilding y la permacultura son el futuro. De hecho, si te has fijado, es de lo que va este blog.
Y no estoy «en contra de tener chumberas», sino en contra de hacer las cosas sin cabeza, siguiendo estúpidas modas de internet.
Creo que la chumbera puede ser un recurso, pero no se me olvida que su naturalización conlleva problemas ambientales, al igual que los ejemplos que pongo en la entrada, así que intento no cultivarlas, aunque me vinieran bien.
Por ejemplo, especies como el Cereus repandus, el argán, el algarrobo, el azufaifo o el vetiver pueden también cumplir la función de la chumbera como forrajes en climas áridos (y más cosas), y no son especies invasoras.
Ya conocía la iniciativa «Ecology for economy», y ten por seguro que leeré ese documento, ya que me parece importante la creación de paisajes comestibles, pero teniendo en cuenta que una mala selección de cultivos puede traer más problemas que beneficios.
Un saludo y gracias otra vez.
http://www.ecology4economy.es/425577810
No sé, cada vez me parece que esto de las especies invasoras tiene más de pseudociencia que otra cosa, empezando por el nombre «invasoras». En permacultura hay muchas voces en contra de este enfoque. Eso no quiere decir que la introducción de determinada planta por ejemplo no pueda tener un impacto inical negativo en un medio con unas características determinadas. Generalmente, una planta «alóctona» no encontrará un nicho en un sistema ya maduro o en clímax, pero si este sistema sufre una alteración (generalmente producida por el hombre) que lo lleva a una etapa temprana o intermedia de la sucesión ecológica es posible que la especie alóctona encuentre una oportunidad para cubrir cierto nicho, lo cual generalmente no será malo para el sistema, sino bueno, ya que el nicho estaba sin cubrir, o las circunstancias existentes dificultaban que las especies «autóctonas» cubriesen ese nicho. Imaginemos por ejemplo que debido al cambio climático especies alóctonas encuentren un nicho en el nuevo escenario. ¿Hasta que punto podríamos decir que ese desplazamiento de especies se está produciendo de manera «natural» o que han sido plantadas por los humanos porque se dan mejor en estas nuevas circunstancias?¿No sería suicida tratar de mantener a toda costa las especies autóctonas que ya no funcionan?
Para empezar ¿cuándo podemos considerar una especie autóctona?¿cuántos años tienen que pasar?¿por qué si el que ha importado la especie alóctona es el ser humano es invasora y si el que la han importado aves al migrar no? Las aves y otros animales han esparcido semillas miles de kilómetros desde hace millones de años. Es una forma de que cuando algo va mal en un sitio las semillas de otro sitio tengan su oportunidad. Ha habido más movimiento de semillas del que nos imaginamos. No nos temblaría el pulso al decir que una especie es invasora porque un animal x favorece su diseminación, pero seríamos incapaces de considerar al trigo como especie invasora a pesar de que su capacidad de poder ser «domesticado» ha hecho que una especie animal, el homo sapiens, acabe con millones de kilometros cuadrados de bosque para sembrarlo, haya causado la pérdida de millones de kilometros cuadrados de suelo fértil, desertificación, contaminación y muerte de fauna por pesticidas, etc. La calificación de «invasora» ¿responde a criterios científicos o meramente antropocéntricos, de utilidad por parte del ser humano o de su nostalgia por lo autóctono?
Por ejemplo, hace tiempo me plantee sembrar Helianthus tuberosus pero lo descarté por ser calificada como invasora por la legislación española, a pesar de que tiene características muy interesantes, entre otras que nos es una planta blanducha que tienes que mantener a base de hervicidas, pesticidas, etc., lo cual debe ser malo a la hora de considerarla invasora (porque utilizar combustibles fósiles, pesticidas, herbicidas, etc. debe ser cojonudo para el planeta), pero si lees su ficha de planta alóctona invasora, ¿cual es el crimen de esta planta? Veámos, se introdujo en Europa y España hace unos 400 años y la gente ha consumido su tubérculo durante siglos para subsistir y hasta la fecha no ha causado problemas de conservación de los ecosistemas naturales «aunque si puede producir un cierto impacto sobre los agrosistemas (invasión de desagües y canales de riego, huertos temporalmente abandonados, etc.)». Ohh! Que horror! Una «mala hierba» que puedes comer y se cultiva prácticamente sola! Aunque ojo, a pesar de llevar 400 años sin suponer un problema hay que estar ojo avizor con su «potencial invasor», ohhh, horror, el mundo y la biodiversidad están en peligro!