La pirámide trófica
Como sabéis, soy un gran fan de la Regulación Biológica de Plagas.
A grandes rasgos, esto consiste en poner las condiciones necesarias para que los depredadores naturales aumenten su número hasta que puedan hacer un control efectivo sobre las poblaciones de herbívoros que supongan una plaga para las cosechas.
Y para ello, no es necesario que tengamos centenares de miles de depredadores patrullando por el huerto, sino que nos basta con un escaso número de unas cuantas especies, para poder obtener los beneficios que proporciona tener un Ecosistema del Miedo bien formado.
Pero bueno, si tuviéramos miles de depredadores, su efecto sobre el ecosistema sería mayor, ¿no?
De hecho, una pregunta habitual que me hacen, es que, como los depredadores no tienen quien les controle, al final acabaría habiendo un número enorme de ellos, y su efecto sobre los ecosistemas sería igualmente perjudicial.
Y por eso nuestra obligación como Reyes de la Creación es matarlos, para que su número no crezca demasiado y sigan permitiendo que existan otras formas de vida.
Esta es la justificación (completamente absurda) que se suele dar en muchos sitios y desde muchos gremios para justificar la matanza de especies depredadoras, como lobos, zorros, garduñas, rapaces, o incluso reptiles, anfibios, arácnidos y otras muchísimas especies a lo largo y ancho del mundo.
Sin embargo, hoy veremos quién es el verdadero depredador de los depredadores, y porqué estos miedos son (como casi todos los miedos) absolutamente injustificados y resultado de la ignorancia sobre el funcionamiento de los ecosistemas.
Seguramente te suene la expresión «cadena alimenticia«, que no es más que una representación humana de los procesos de alimentación que ocurren en la naturaleza.
Cadenas alimenticias en tierra y mar
Y más que como una cadena, muchas veces se la representa como una pirámide, llamándose entonces «pirámide trófica», para distinguirla de la pirámide alimenticia, que es una representación de los alimentos que (supuestamente) debemos tomar para llevar una vida sana.
Ejemplo de pirámide trófica
A grandes rasgos, la pirámide trófica es un esquema muy sencillo:
-Las plantas toman el CO2 del aire, otros nutrientes inorgánicos del suelo y la energía del Sol para, a través de la fotosíntesis, formar materia orgánica en forma de glucosa (azúcar) y biomasa vegetal.
Como son las primeras que producen biomasa, se las llama productores primarios.
– Los herbívoros comen esa biomasa vegetal y la transforman en proteína animal.
Como son los primeros que consumen la biomasa de las plantas, se los llama consumidores primarios
– Los carnívoros se alimentan de los herbívoros, y como son los segundos que consumen en esta escala, se les llama consumidores secundarios (como veis, los ecólogos se curraron mucho los nombres 😉
– Dentro de los carnívoros hay un segundo tipo, que puede alimentarse de herbívoros y de otros depredadores, que son los consumidores terciarios, también conocidos como superdepredadores.
En esta categoría se incluye a los lobos, linces, orcas, cachalotes, arañas, y por supuesto, al hombre. Todas ellas son especies que, a pesar de ser muy escasas (salvo los humanos), su efecto en los ecosistemas es muy severo, como en el famoso caso de los lobos de Yellowstone.
La orca es un ejemplo de superdepredador marino
Obviamente, esto es una aproximación muy simplista, y en la Naturaleza hay muchas otras relaciones entre los seres vivos, como el parasitismo o la simbiosis, con efectos potentísimos sobre los ecosistemas y que hacen que los flujos de materia y energía cambien de dirección y salten de un escalón al siguiente. Pero como esquema general de funcionamiento, nos vale para ir empezando.
Pero, si estos productores y consumidores van uno encima de otro, ¿por qué se representa como una pirámide, y no como una torre?
Pues porque no sólo representa las relaciones de unos seres vivos con otros, sino que también expresa la cantidad de energía que pasa de un nivel al siguiente.
Es decir, a pesar de que el Sol produzca una gran cantidad de energía, sólo una pequeñísima parte puede ser aprovechada por las plantas para producir biomasa. El resto se utiliza para mantener viva a la planta, y generalmente se desprende en forma de calor.
Por eso, de toda la energía que puedan absorber las plantas, se considera que sólo alrededor de un diez por ciento llega hasta los herbívoros que se alimentan de ellas.
Pero los herbívoros tampoco utilizan el 100% de esa energía para producir carne. También tienen que moverse, mantenerse calientes, criar a sus hijos, luchar por la dominancia, etc. Por eso, se considera que apenas el diez por ciento de la energía que les llega en forma de biomasa vegetal es convertida en carne, que pueden aprovechar los consumidores secundarios.
Pirámide trófica de la energía de un ecosistema
Y estos consumidores secundarios, y los terciarios después de ellos, sólo podrán aprovechar por la misma razón un diez por ciento de la energía almacenada en el escalón anterior, por lo que los superdepredadores sólo podrán aprovechar una miserable caloría de cada mil que produzcan las plantas (por eso suele decirse que la alimentación vegetariana es más eficiente).
Y esto es realmente lo que regula las poblaciones de carnívoros. Si el año es malo y la cosecha no es muy abundante, llegará poca comida hasta los herbívoros, que tendrán problemas para criar a su descendencia.
Esto provocará una hambruna entre los carnívoros, que hará que tengan que aumentar sus territorios para obtener más comida. Esto llevará a que aumenten los enfrentamientos entre carnívoros vecinos, y con ellas las muertes violentas o por heridas infectadas.
También las crías de estos carnívoros padecerán estas funestas consecuencias, ya que sus padres no podrán obtener energía suficiente para alimentar a toda su prole, lo que suele conllevar la muerte de los más pequeños (o de toda la cría de ese año, en situaciones extremas).
Evolución de las poblaciones de liebres (en verde) y linces (línea roja punteada) en Canadá. Se ve cómo están perfectamente sincronizadas.
Así que son las leyes físicas de flujo de energía en los ecosistemas el verdadero controlador de las poblaciones de carnívoros, y no hay que buscar justificaciones ridículas para lo que no la tiene.
Cuando suelo explicar esto, todo el mundo piensa en grandes carnívoros tipo osos y lobos, pero lo cierto es que esta misma ley se aplica a los pequeños grandes depredadores de tu agrosistema, como las arañas, mantis, escarabajos tigre y demás cuadrilla, cuyo efecto no es tanto el número de bichos que coman, sino el estrés que producen en las poblaciones de los mismos.
Las arañas son otros pequeños grandes superdepredadores
La consecuencia obvia de la muerte de los depredadores en los ecosistemas es el aumento de los herbívoros, con el consiguiente daño a la vegetación y los agrosistemas que conoce cualquier agricultor.
Así que si quieres tener un agrosistema sano, no olvides mimar a tus depredadores.
Si tienes cualquier duda o comentario, puedes contármelo en los comentarios de debajo, en mi twitter @elverdecillo1, o en mi facebook “elverdecillo.com”.
Gran post Luis. Muchas gracias por el esfuerzo de explicar bien y claro cuestiones ecológicas.
¡Gracias a ti por el interés! 😉
que bueno Luis poco a poco va uno obteniendo el conocimiento y hacer la practica nos llevara hacer grandes cultivadores y como siempre digo bendito el hombre q coloca un puñado de tierra fertil para seguir cuidando nuestra pachamama. //besitos//
Muchas gracias, Adelfa. Necesitamos muchos buenos hombres y mujeres poniendo mucha tierra fértil para el resto de la humanidad.
Abrazos
Lo unico que tengo que decir de esta pagina es que esta GGGGEEEENNNNIIIIAAAALLLL
¡Muchas gracias!