¿La Agricultura Ecológica es mejor? (I): Biodiversidad
Estoy harto de oír a supuestos popes de la biotecnología y otros comparsas de la agroindustria decir que la agricultura ecológica es una patraña sin ningún tipo de ventaja para el medio ambiente, la salud o la sociedad en general.
Que si son productos para pijos, que si matarán de hambre a la gente porque no producen lo suficiente, que si no pasa controles de calidad porque el malvado lobby ecolojeta ha sobornado/amedrentado a las autoridades competentes para que dejen pasar productos en mal estado (oído en una tertulia supuestamente científica tras el caso de la «crisis del pepino«)… Cada día se oyen más tonterías y de mayor calibre relacionadas con la agricultura ecológica (o «biológica», u «orgánica») y cada vez con más rabia y mayor contenido en vitriolo.
Pero ¿qué lleva a gente supuestamente normal a perder los papeles cuando se habla de la necesidad de cambiar el modelo alimentario?
Bueno, aparte de los evidentes centenares de miles de millones que mueve la producción de alimentos a nivel mundial, hay que tener en cuenta el poder que conlleva la capacidad de hacer que la gente pase hambre o no.
Si no me crees, deberías saber que muchos de los casos de revueltas sociales que vemos hoy en día, como las famosas «primaveras árabes», la «Revuelta de las Tortillas» en México, o la guerra de Siria, tienen como uno de sus principales motivos el encarecimiento de los alimentos.
A veces provocados por el cambio climático (Siria), a veces provocados por la especulación sobre los alimentos en los mercados internacionales (México), y en general, provocadas por la dependencia enfermiza del petróleo que tiene el sistema agrícola actual.
Así que ya ves, un sistema de producción agrícola que supuestamente reduce la cantidad de CO2 en la atmósfera (limitando con ello el cambio climático), se basa en pequeños productores de proximidad (eliminando con ello a los mercados especulativos internacionales) y no depende (tanto) del petróleo, sería exactamente la solución para el jaleo que tenemos montado hoy en día.
Pero ese jaleo no ha salido de la nada, sino que ha sido cuidadosamente organizado por una serie de grupos de interés a los que les interesa (valga la redundancia) que el sistema actual siga funcionando.
Por todo eso, estaba claro que acciones tan superficialmente triviales, como la agricultura ecológica o el autoabastecimiento eléctrico con energías renovables, iban a sufrir los ataques más virulentos por parte del establishment. Y si queremos salir con bien de esos ataques, más vale que nos armemos adecuadamente con argumentos de peso.
Así que ¿hace REALMENTE la agricultura ecológica todas esas cosas? Vamos a centrarnos hoy en el caso de la biodiversidad.
Sabemos que la biodiversidad es imprescindible para la producción de alimentos (o eso llevo diciendo ya muchos posts). O como dice la FAO:
Los ecosistemas saludables son esenciales para aumentar la resiliencia y la producción agrícola frente a los cambios.
Un gran número de los pobres del mundo dependen directamente de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos y sus medios de vida se verían afectados antes que nada por la pérdida de biodiversidad.
Pero ¿es realmente la agricultura ecológica beneficiosa para esa biodiversidad y esos «ecosistemas saludables»?
Cuando sale un tertuliano hablando de lo malvada que es la AE, suele argumentar que los supuestos beneficios para la Biodiversidad son falsos. Y para ello, expone un argumento tan pueril como pueda ser que cualquier agricultura es mala para la naturaleza porque destruye el ecosistema que hay antes para poner el cultivo.
Y hay que reconocer que tiene razón. No se puede cultivar trigo bajo un bosque, o maíz en un pantano.
Pero también hay que reconocer que necesitamos alimentarnos, y para ello necesitamos cultivar alimentos. Tanto es así, que alrededor de la mitad de todas las tierras emergidas del mundo (todo lo que no es mar, vamos), están ocupadas por cultivos.
La mitad del planeta es un cultivo. Como suena. Pero entonces, ¿no deberíamos evitar aquellas prácticas que fulminan la biodiversidad y potenciar aquellas que la conservan? ¿Es lo mismo una regañina que una brutal paliza? Si sabemos que hay alternativas mucho menos lesivas, ¿es lícito utilizar los métodos más constatadamente dañinos para el medio ambiente que se conocen? Yo creo que no.
Pero mi opinión es sólo eso, una opinión, así que vamos a ver qué dicen los expertos, y en este aspecto, la opinión científica es unánime: aunque es complicado hacer estudios comparativos, en los sistemas de agricultura ecológica hay más abundancia de seres vivos y diversidad de especies que en los sistemas de agricultura convencional.
Para empezar, la Fundación Internacional para el Movimiento de Agricultura Orgánica (IFOAM), sólo acepta como tal aquella que produce alimentos de calidad en abundancia y económicamente rentables, cierto. Pero también, y al mismo nivel de exigencia, sólo acepta aquella que evita todas aquellas formas de contaminación que puedan derivarse de la actividad agrícola, así como mantiene la diversidad genética y protege los hábitats, la flora y la fauna. Ahí es nada.
Así, varios grupos de científicos europeos independientes, tras revisar cientos de trabajos de los últimos años sobre agricultura ecológica, han encontrado efectos beneficiosos sobre la cantidad de Materia Orgánica del suelo y sus propiedades físicas, químicas y biológicas. Así mismo, mejora la calidad del aire y del agua, disminuye el uso de energía y emisiones de CO2, e incrementa las especies de flora, artrópodos, aves y otros animales con respecto a la agricultura convencional ¿Se puede pedir más? (Stockdale et al. «AGRONOMIC AND ENVIRONMENTAL IMPLICATIONS OF ORGANIC FARMING SYSTEMS» Advances in Agronomy, 2001. Y The Environmental Impacts of Organic Farming in Europe /Stolze et al. Stuttgart-Hohenheim: 2000 (Organic Farming in Europe: Economics and Policy; 6) )
Obviamente, no se puede decir que sea «bueno» para los ecosistemas ser cultivados, pero sí que la ecológica es la menos lesiva de las agriculturas practicadas hoy en día.
Tampoco se podría decir que beneficie a todas las especies, pero esto es incluso beneficioso para nosotros. Así, Bengtsson y compañía, en 2005, encontraron que, aunque en los campos ecológicos había (de media) un 30% más de especies que en los convencionales, y un 50% más de individuos, éstos beneficios, generalmente, sólo afectaban a las aves, los insectos depredadores, la fauna del suelo y las plantas, mientras que los insectos plaga y no depredadores no se veían beneficiados (Bengtsson et al. «The effects of organic agriculture on biodiversity and abundance: a meta-analysis» Journal of Applied Ecology, 2005.)
Casi al mismo tiempo, Fuller y sus colegas llegaron a una conclusión que suelo exponer siempre que puedo: Las variaciones entre taxones pueden deberse a que se estudian parcelas pequeñas y aisladas, y que la extensión de la agricultura ecológica puede contribuir a la restauración de la biodiversidad en paisajes agrícolas. (Fuller et al. «Benefits of organic farming to biodiversity vary among taxa» Biology Letters 2005). Así que el famoso «trabajo en equipo» del que hablaba en el mini curso, es imprescindible para crear agrosistemas sostenibles.
Por último, la prestigiosa revista «Science» ya publicó en 2002 que «La fertilidad del suelo potenciada y la mayor biodiversidad encontradas en las parcelas ecológicas pueden hacer de estos sistemas menos dependientes de insumos externos» (Mäder et al. «Soil fertility and Biodiverstiy in Organic Farming» Science 2002) Es decir, que al cuidar y potenciar el suelo y la biodiversidad, las explotaciones ecológicas están un paso más cerca de conseguir la ansiada Soberanía Alimentaria.
Así que ya ves, la próxima vez que te digan que da igual una agricultura que otra, ya puedes empezar a dar argumentos en contra.