Polinizadores silvestres
“Si las abejas se extinguieran, la humanidad desaparecería en cuatro años”
Esta frase (o alguna similar) se le atribuye a Albert Einstein, padre de la teoría de la relatividad, pero ¿es correcta esta frase?
Pues en parte sí y en parte no.
Cierto es que las abejas ejercen una labor impagable como polinizadoras y productoras de miel, cera, polen, propóleo, etcétera, pero no son ni mucho menos las únicas que ejercen esa función de polinización.
Existen literalmente cientos de miles de especies de insectos que ejercen una importante labor como polinizadores. De hecho, sólo los apoideos, que es la superfamilia a la que pertenecen las abejas domésticas, ¡tiene más de veinte mil especies distintas!
También las avispas, tan denostadas por todos, cumplen una labor importante como polinizadoras, ya que de adultos se alimentan de néctar de las flores, traspasando el polen de unas flores a otras mientras se alimentan. Si alguna vez las has visto comerse el jamón york de tu bocadillo, es porque estaban acopiando proteína para sus larvas, que sí son carnívoras (lo cual es bueno, porque te libran de orugas y otros insectos herbívoros).
Aparte, hay otras muchísimas especies, como las abejas albañiles, las avispas alfareras, moscas, mosquitos, escarabajos, colibríes y otras aves, e incluso ratones y murciélagos, que también se alimentan de néctar o polen, y que cumplen muy eficientemente esa labor de polinización.
De hecho, un estudio publicado en el año 2013 en la revista Science (una de las publicaciones científicas más rigurosas y prestigiosas que existen), demuestra que el trabajo de los polinizadores silvestres es tanto o más importante que el de las abejas domésticas (puedes leer el resumen aquí).
Parece ser que un incremento en las visitas a las flores de los polinizadores silvestres, aumenta la fructificación de los cultivos dos veces más que el mismo incremento en las visitas de abejas domésticas.
Y lo que es más, en el estudio se analizaron 41 cultivos a lo largo y ancho del mundo. De ellos, unos seis (14%) vieron incrementada su producción gracias a las visitas de las abejas domésticas.
Por contra, cuando se estudió el efecto de los polinizadores silvestres, se vio que absolutamente todos los cultivos (los 41 o el 100%), aumentaron significativamente su producción frutal.
El estudio dice que no es que las abejas domésticas no sirvan para nada, ni muchísimo menos. Sino que la labor de las abejas domésticas complementa, más que sustituye, al de los polinizadores silvestres.
Es decir, que en un ecosistema sano, con multitud de polinizadores silvestres y domésticos, es donde mayores beneficios vamos a obtener.
Y dentro de poco, iremos explicando cómo podemos hacer nuestro agrosistema más atractivo para estos polinizadores y ver cómo aumenta la producción de nuestros frutales.
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